El tercer evento de este verano al que quisiera acercaros es el encuentro en Logroño. Este lugar nos acogía por tercera vez. A unos metros del gran parque que bordea el Ebro, ofrece amplias posibilidades de pasear y disfrutar de sus arboledas.
Unas 60 personas acudieron, esta vez no tanto veteranos y conocidos, sino personas que por primera vez se acercaban a La Comunidad de Cristianos, a sus actividades y sobre todo a la posibilidad de vivenciar el Acto de Consagración del Hombre. Casi toda la península y sus islas estaban representados: amigos de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, Granada, Sevilla, Málaga, Madrid, Alicante, Valencia, Barcelona, Gerona, Bilbao, Logroño, amigos de Portugal, asi como de Bélgica y de la Patagonia… fue por ello un encuentro fuera de lo habitual que trajo nuevos aromas, albergando gérmenes de futuro y una apertura de horizonte que evoca el reto que conlleva la conmemoración del centenario de la fundación de La Comunidad de Cristianos.
Seguir sembrando semillas de futuro para favorecer recorrer un camino dinámico que nos ayude a dar pasos hacia una mayor comprensión de: nuestro origen y nuestra meta, de donde venimos y hacia dónde vamos, así como de la manera de establecer un diálogo vivo y en colaboración con lo que nuestro hogar espiritual espera de nosotros y que se ve reflejado en crear lazos de alma a alma, sin importar el origen de la lengua, cultura o función que se desempeña.
Las mañanas se iniciaban con el Acto de Consagración del Hombre seguido, después de la pausa del desayuno, de un espacio de contenido que fuimos ofreciendo los sacerdotes:
- Francisco, El encuentro como acto sagrado;
- Manuel, la conmemoración del centenario de la Segunda Venida de Cristo;
- Nicole, luz y oscuridad y su relación con Micael y la Segunda Venida de Cristo.
Éstos contenidos se experimentaron luego en los diferentes talleres artísticos que ofrecieron Irene Olid en pintura, Sara en Euritmia y Myriam Chiozza con la ejercitación de la voz. Todos cerraron los talleres con un gran gratitud por las experiencias vividas así como los estímulos recibidos para seguir ejercitando esos ámbitos.
Antes de comer nos reuníamos para ensayar los cantos para los espacios cúlticos. Eran momentos en los que la alegría llegaba a su apogeo cuando conseguíamos, en coro, cantar en canon o a dos o tres voces.
Reanudábamos a la tarde después de una pausa larga con las actividades artísticas y un espacio para retomar el contenido de la mañana. Los dos últimos días la pausa del medio día se recortó para ofrecer la posibilidad de escuchar a los diferentes participantes, saber de sus iniciativas, sus experiencias en relación a La Comunidad de Cristianos y su impulso, sus preguntas. Veiamos la necesidad de poder recoger no solamente las impresiones vividas por cada uno de los participantes, sino también las sugerencias para los próximos encuentros. Fue un compartir que nos llenó de asombro, sobre todo cuando Liliane miembro de la comunidad en Neuquén nos contó cómo llegaron a construir su sede a pesar de ser una pequeña comunidad. Quisiera recalcar lo que se destacaba de sus palabras, la importancia irrefutable de las voluntades de los miembros.
Antes de la cena cerrábamos nuestro día con el cierre culto cuyos evangelios esta vez se centraron en las diversas cartas de Pablo.
La línea de alimentación también se debatió con la intención de que esté en sintonía a nuestra mirada y camino espiritual. Este año dimos un pasito en esa dirección ya que el equipo de cocina se abrió la posibilidad de acoger una propuesta de menú, que intentaron acatar dentro de sus posibilidades. Además se conformó un equipo compuesto por 9 personas dispuestas a llevar esta demanda Esperamos así que nuestros encuentros lleguen a ser coherente con lo que queremos llevar al mundo.
Habría mucho más que contar: los encuentros humanos, los lazos de corazón a corazón que se fueron entretejiendo, la posibilidad de tener en conciencia los diferentes lugares donde no hay aún una comunidad pero si un profundo interés en que pueda en algún momento llegar a enraizar y muchas más sutilezas que laten en todo encuentro humano.
Espero haber podido acercaros a lo que se fue engendrando en cada una de las actividades que ofrecimos este verano 2022, año de nuestro centenario.
A la espera de poder re-encontrarnos, recibid un fraternal abrazo,
Nicole Gilabert